La vida de Jefnier Osorio Moreno o mejor
conocido, en el mundo entero, como Lunay, no todo el tiempo fue del todo color
rosa, muchas fueron las pruebas que tuvo que sortear, para hoy, llevar sus
canciones a diferentes fronteras.
Nacido, en uno de los municipios más alejados
de la geografía Puertorriqueña, aquel donde entre prácticas de voleibol y extensos
sembradíos de plátanos, giraba, en buena parte su actividad comercial, Jefnier,
encontraría en ese mágico lugar, el hogar donde poder desarrollar su especial talento.
Aficionado, a la práctica del futbol, aquel deporte
que a pesar de no gozar de gran popularidad en la isla, despertaba en él, las más
frenéticas pasiones, el nacido en Corozal, encontraría en el mundo del balompié,
su primer gran amor, aquel que solo podría cambiar, por un universo lleno de melodías.
Seguidor de los míticos goles de un Ronaldo
Nazario, de la visión de juego de un inolvidable Ronaldinho, de la fuerza, de
un Steven Gerard, de la Valentía, de un Carles Puyol, Jefnier, pasaría varios
años, representando a su pueblo, a su isla, en diferentes competiciones,
aquellas donde su fornido aspecto físico, era notorio, para tan temprana edad.
Con una habilidad natural para el Balompié,
el nacido, un 4 de Octubre del año 2000, pasaría buena parte de su juventud, en
los campos de futbol, aquel lugar, que abandonaría, entre llantos y la ilusión de
un mañana mejor, por su amor, por el mundo de la música.
Parte de una generación de jóvenes, que crecería
escuchando los míticos versos de un indomable, Don Omar, la capacidad vocal, de
un Daddy Yankee, la sensualidad, de un irreverente dúo, como Wisin & Yandel,
Jefnier, el camino, parecía indicarle que más allá de donde hubiera nacido, su
verdadera profesión, estaba en el mundo de la música, aquel que conocería a través
del Big Boss y así lo relataría, en una reciente entrevista, con la Revista GQ,
en su edición de México.
“Recuerdo que tenía como
seis o siete años, para ese tiempo estaban estrenando en Puerto Rico, la
película Talento de barrio. Recuerdo que empezaron a dar juguetes sobre Daddy
Yankee, yo aún no estaba adentrado sobre lo que era este género, y a través de ese
juguete voy buscando más información, quién es Daddy Yankee, veo la película,
empiezo a escuchar a otros artistas, como Nicky Jam, que todos saben que son de
Puerto Rico, que son las leyendas de la vieja y nueva escuela. Así es que me
adentré a la música y lancé mis videos a las redes sociales.”
Atraído, por la revolución tecnológica que
representan las redes sociales, en la vida de millones de personas, en todo el
mundo, Jefnier, comenzaría a subir Freestyle, en su cuenta de Facebook,
aquella, donde bajo su nombre de pila, comenzaría a ganar el reconocimiento
digital.
En un mundo digital, con diferentes miradas,
Lunay, comenzaría a ver, como cada improvisación, como cada video, tendría la fuerza de hacerse,
tan viral, como el discurso de cualquier mandatario, hecho que despertaría, en
un joven soñador, la mayor de las ilusiones.
Influenciado, por la necesidad de llevar a su
hogar, el pan de cada mañana, el más irreverente de la familia de los Osorio, encontraría
en el mundo del modelaje, la forma de poder obtener los ingresos que en su
vida, hacían falta. Como modelo de la agencia de la Agencia de modelaje Likuid, viviría grandes
momentos, aquellos que hoy prefiere, dejar en el recuerdo.
Seria, a mediados del año 2017 que su vida comenzaría
a cambiar, una versión suya del tema “Panda” del rapero americano Desiigner ser
haría viral, en las diferentes plataformas que cubren la actualidad del género,
hecho que llevaría a un joven soñador del anonimato al reconocimiento musical.
Motivo, de diferentes reportajes en las páginas
que cubren la realidad del género, Lunay, sería motivo de un mundo de
propuestas, aquellas donde encontraría en Gaby Music y Chris Jedi, la mejor oportunidad
de sacar a flote su más preciado talento.
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