Colombia, por largas décadas fue un país colmado
de violencia, la lucha de carteles llevaría a toda una generación a ser
desplazada de sus hogares hacia sitios impensables, a una sociedad les era
arrebatara cada de sus libertades, sus sueños, sus proyectos, sus ganas de vivir,
sus seres queridos, sus querencias, sus amores, sus ilusiones quedaban tendidos
en el suelo, en medio de los más dolorosos recuerdos, sin que nadie pudiera
hacer nada, medio de una ráfaga de balas.
En medio de un conflicto armado, aquel que parecía
estar lejano a llegar a su fin, en el seno de una familia proveniente de la
Isla colonial de Mompox y Talaigua, del departamento de Bolívar, nacería un
niña, que con su voz, su esencia, su fuerza, sería la fuente de inspiración para
un hogar, donde la esencia de la música colombiana, era el principal elemento
de cada mañana.
Bajo el nombre de Farina Pao Paucar Franco llegaría
al mundo, una verdadera reina de la música, aquella que desde temprana edad, en
medio de la pobreza que se podría sentir en el ambiente, en medio de las
necesidades que eran propias de una familia de escasos recursos económicos, comenzaría
a desarrollar un talento para el canto que sería apreciado por su Madre,
aquella que sería su principal compañera de aventuras y manager.
Encerrada en la intimidad de su cuarto,
Farina, haría del espejo de su recamara su primera sala de conciertos, aquellas
que en su imaginación tendría el mismo efecto que presentarse en el mítico Madison
Square Garden o en el temido Festival de Viña del Mar.
Influenciada por ritmos autóctonos como la cumbia,
fandango, Chandé, aquella adolescente de mirada cautivante y de sonrisa
envolvente, comenzaría a ver en Alicia Keys, Lauryn Hill, La Mala Rodríguez, la
cantante que se quería convertir.
Ilusionada por llevar su voz a otras fronteras,
por derrumbar los muros que en la sociedad parecía infranqueables para alguna
mujer, Farina experimentaría una primera presentación nada digna de recordar, aquella
donde entre el olvido de la letra y las continuas burlas, marcaría un inicio
que hoy prefiere no recordar.
Sería cuestión de tiempo, para que aquella
adolescente con raíces China, Peruanas, Árabe-Libanes, renaciera de la cenizas,
para demostrarle al mundo, a sus detractores, a las personas que se burlaron de
ella en su primera presentación, a ella misma, que su destino era la música.
Impulsada por el movimiento de Hip Hop que
comenzaba a darse en Colombia, a mediados de los 90, Farina comenzaría a volcar
su mirada hacia el mundo de la música americana, aquella donde la improvisación,
las letras elocuentes, la habilidad para ritmar serian elementos que incluiría dentro
de su repertorio musical.
Su escuela fue la iglesia y su primera
interpretación como solista fue una canción religiosa que le dio la seguridad y
aprobación de su colegio cuando al terminar todos sus compañeros la
aplaudieron. Cuando Farina cumplió sus 14 años comenzó a interesarse por un
género poco comercial en Colombia, el Hip Hop y toda la música afroamericana.
Conoció por cosas de la vida a un grupo de chocoanos que en ese momento
buscaban un tercer integrante para su grupo, el único problema era que
necesitaban un rapero y Farina lamentablemente no contaba con este don.
Pero después de varios encuentros e intentos,
decidieron que en vez de otro rapero necesitaban una figura femenina en el
grupo; un integrante que se encargara de la parte melódica. Farina fue
aceptada. Además de cantar, se interesó por aprender un poco del arte de hacer
Rap y a medida que pasaba el tiempo notó que podía desenvolverse en ambas
cosas. El camino no fue nada fácil, no era común ver a una mujer en un grupo de
hip hop y mucho menos haciendo Rap. Farina comenzó a ser criticada por muchos y
admirada por otros. Sus rimas eran muy débiles y aun no sonaba con un estilo
propio ni con esa fuerza que representa el género urbano. Pero las ganas y el
solo intentarlo hacían que sus amigos en vez de burlarse le ayudaran a crecer.
La lucha constante pero las pocas
oportunidades y las falsas promesas estaban logrando que Farina decidiera
retirarse de la música, los problemas económicos en su hogar cada vez se hacían
más grandes y el sueño de darle una mejor vida a toda su familia se desvanecía.
Mientras estudiaba, trabajaba para ayudarle a su madre y poco a poco el tiempo
era menos para dedicarse a la música. Pero en medio de la desesperación un
milagro cambiaría su vida. En el año 2005, mientras miraba la tv; un comercial
de un Reality musical hizo que la esperanza y la ilusión volvieran a nacer.
Ilusionada por hacer realidad su sueño,
Farina se levantaría muy temprano para hacer una fila, entre un sin número de
talentos, sin imaginarse que viviría uno de los momentos más amargos en su
vida, al ser despreciada por el jurado.
Abatida por el fracaso, Farina recibiría el
apoyo de su Madre, la cual la impulsaría a concursar de nuevo y contra todo pronóstico,
sus ganas de triunfar la harían ser seleccionada entre millones de jóvenes.
Desde ese instante, esa joven colombiana con
raíces libanesas, comenzaría a escribir una historia digna de un cuento de
hadas, su deseo por transcender la llevaría avanzar a pasos agigantados en el
programa, que pese a no ganar se convertirá en una de las concursantes más
queridas entre el público colombiano.
Sería precisamente el programa de talentos
que llevaría a una talentosa soñadora, a comenzar a ser reconocida dentro de su
país, aquel, que a mediados del año 2005, se estrenaría en las emisoras de
radio, al colaborar con el iganador de la primera temporada de Factor X, Julio
Cesar Meza, en el tema que llevaría por nombre “Solo con palabras”, parte del
contenido musical de la telenovela trasmitida por el Canal RCN, “Juego de
Palabras”.
Con un morral de sueños sobre su espalda,
aquella adolescente que gala tras gala cautivaría con su voz, el corazón de
millones de colombianos, en todo el mundo, lanzaría a mediados del 25 de
Septiembre de 2006, su primer trabajo discográfico, aquel que bajo el nombre de
“Yo soy Farina”, se presentaba ante el publico, en su faceta como cantautora.
Producido por los reconocidos músicos DJ
Buxxi, Jiggy Drama, Billy Francis y Jack Style, Farina, en poco más de 10
temas, daría muestra del talento que se albergaba en sus cuerdas vocales,
aquellas donde entre temas románticos y tonadas provenientes del genero
americano, haría gala en una producción que marcaría el punto de inicio, hacia
una carrera llena de múltiples facetas y sabores.
A pesar de su temprano éxito a nivel local, la
carrera de Farina parecía transitar una doble vía, donde su amor por la música y
sus propuestas en el mundo de la actuación, la llevaría a estar por momentos,
involucrada en múltiples proyectos, aquellos donde su talento parecía no
desaparecer.
Como actriz, participaría en la telenovela
colombiana producida por Teleset para RCN Televisión, “Tres Milagros”, donde interpretaría
a Milagros Cruz "Nikita", una de las tres hermana protagonistas de
esta impactante historia, papel que la llevaría a estar nominada como “Mejor actriz colombiana” y
“Revelación del año” en los Premios TV y Novelas
A pesar de ser catalogada por los medios de
su país, como una de las actrices jóvenes de mayor proyección en la gran
pantalla, su amor por el mundo de la música,
la llevaría a regresar a los escenarios, aquellos que al ritmo de su segunda producción
discográfica “Del Amor al Odio”, la llevaría alcanzar la tan anhelada internacionalización
y con ello atraer las miradas de los ejecutivos musicales, mas importantes en
la industria.
Seria precisamente el cantautor Romeo Santos
quien para a mediados del año 2016, fungía como representante de la compañía Roc
Nation del rapero americano, Jay Z,
quien le brindaría su primera gran oportunidad internacionalización, aquella
que la llevaría a convertirse en la primera exponente urbana, en la historia de
su país, en ser firmada por una compañía americana, a partir de ese momento, lo
que parecía un sueño lejano, era toda una realidad.
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