Sus canciones tienen la habilidad de transpórtanos, a un mundo, donde las religiones, las fronteras y los idiomas, no son un impedimento para llevar un mensaje, sus letras son el mejor antídoto para nuestro oídos, su voz, resulta inconfundible y aunque su estilo, se aleja de las corrientes musicales actuales, su forma de narrar vivencias y reseñas familiares, nos sumergen en un mundo, donde nada parece estar escrito.
Proveniente de una familia, donde las leyes y los juzgados, más que ser el lugar de trabajo de sus padres, serian el lugar, donde pasaría, la mayor parte de su niñez, el irreverente Jorge Álvaro Díaz, crecería en las calurosas calles de San Juan Puerto Rico, aquellas que con el tiempo, comenzaría a construir su más preciado sueño.
Soñador, romántico y perseverante, de esos que realizan sus fantasías casi al instante, Álvaro, conocería el mundo de la música, gracias, a la influencia de sus Padres, su Padre un profundo amante de las canciones de Héctor Lavoe, Del Gran Combo de Puerto Rico y de la poesías de un Ismael Rivera, de aquellos que poseen una extensa colección de discos, entre ellos uno que marcaría su vida, el de Rubén Blades.
Su madre una ferviente devota cristiana, que pasaría, la mayor parte de sus ratos libres, entre la iglesia y las tareas del hogar, aquellas que combinaba, con la más poderosas alabanzas al señor. Álvaro crecería, en el medio de dos aguas.
Influenciado por las poderosas rimas de un Kanye West, la fuerza de un Kid Cudi, el contenido social de Calle 13 y el sonido caribeño de un versátil Tego Calderón, Álvaro, se alejaría de los matices convencionales, para comenzar a escribir, con nombre propio, su camino en la industria.
Fiel seguidor del movimiento de hip hop, género musical, proveniente de las calles del sur del Bronx y Harlem, en la ciudad de Nueva York, entre jóvenes de diferentes culturas y destinos, a mediados de 1970, Álvaro, quedaría atrapado en sus estrofas, desde el primer momento, que tuvo la oportunidad de escucharlo.
Con una personalidad, a pruebas de castigos, el nacido en San Juan, sería expulsado de su colegio, hecho que más que molestar a sus padres, sería el detonante, para que se involucrada en las guerras de FreeStyle, aquellas donde sus manejo de las palabras y su capacidad de ritma, lo diferenciaría del resto.
Su formación como músico fue empírica pero bien direccionada. Desde sus inicios cuando encontró su pasión en una nueva escuela, hasta el descubrimiento de su primo como su inspiración, mentor y ahora mejor amigo. Así fue como aprendió que quería expresarse y decidió hacer con su talento arte.
Seria en el país, azteca, donde Álvaro Díaz, desarrollaría todo su potencial, parte de un movimiento de raperos que desafiarían la industria musical mexicana, al alejarse del sonido clásico de las música ranchera o la permanencia de géneros como pop o la irrupción, en los últimos años del Reggaeton, el nacido en una urbanización de Puerto Rico, lograría saltar a la fama.
Con la capacidad de desplazarse con facilidad, por géneros como el Rap, Hip Hop, el Trap, R&B y el mismo Reggaeton, sin perder su esencia o el sonido clásico que desde sus inicios lo ha caracterizado, Álvaro, ha logrado, no solo captar la atención de un público sediento de buena música, sino también de varios colegas, de otros géneros, quienes han aportado a su talento, pese a la distancia.
Colaboraciones con artistas como Residente, Rauw Alejandro, Cosculluela, Randy Nota Loca, le han dado notoriedad, en una industria, que pese a no sentirse identificado, por el contenido de las canciones, conoce a la perfección.
Con tres producciones en su haber, Álvaro estreno recientemente su EP, titulado “La Ciudad de los Niños Tristes”, compuesto por un total de 5 temas inéditos, el nacido en San Juan, drenaría todo sus sentimientos, en un disco, donde la melancolía, se puede camuflajear con la más profunda desesperación, aquella que se hace presente, cuando existe la desigualdad o las desilusiones amorosas, en la vida de cualquier persona.
Como parte de una saga de producciones, donde cada uno abordar un sentimiento diferente, el más talentoso e irreverente de los Díaz, nos sumerge en un concepto, nada habitual, a lo escuchado actualmente.
A sus 24 años de edad, Álvaro, se proyecta como uno de los talentos a seguir en este 2020, donde más allá del foco mediático o la presencia de otros artistas, en las redes sociales, su música y su forma de cantar, puede conquistar al público más exigente.
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